martes

Embrujos literarios y la casa donde pase mi infancia


Secretos que a medias son confesados
y sueños en proceso de ser soñados
se agolpan en ese caos irremediable
que solo la palabra escrita es capaz
de provocar en aquellos lectores
que se atreven a explorar la jungla
de las imprentas y sus dulces frutos.
Aquellos que no temen perderse
en interminables junglas de palabras
buscando el adjetivo perfecto para
poder rotular las emociones que evoca
en ellos la narración en la que navegan
y se contentan con poder salir enteros
cuando la ultima palabra haya sido leída.
Un camino paralelo y cercano al del sueño
pero no tan lejano al de una vida paralela
como para que sea un simple juguete onírico.
Leer un texto implica riesgos mas grandes
de los que el mero formato en papel
nos permite ni remotamente poder imaginar.
Perderse para siempre en las trampas
de una trama ideada para nunca terminar
es solo uno de los tantos riesgos que hay.
Una vez me metí tanto en una historia triste
que tuve que pasar mas de veinte años
para poder escaparme de sus sutiles embrujos
y hasta el día de hoy paso noches preguntándome
si efectivamente pude salir de esa casa maldita.

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