lunes

Horror frente al espejo

El suelo y las paredes se disuelven,
me devuelven ecos de cosas confusas
y golpean mi cabeza mientras caigo,
mientras sigo en caída y pierdo fuerza,
mientras me sangran innumerables heridas.
Elocuencias envenenadas y cortesías filosas,
digno espectáculo el de mi destemplanza,
por el rabillo del ojo contemplo la tarde morir
y pisoteo las ultimas palabras que dije,
esas palabras acartonadas que no valen nada,
vagar sin dejar rastros definidos en el camino,
verse desbordado y aniquilado por brazos invisibles.
Ciegan la ira y el rencor cuando sangra la herida,
caminante de tantas rutas solitarias en la noche,
estrellas frías e indiferentes son mis fieles testigos,
su luz baña mi cara y la efervescencia oculta.
Mi cuerpo destrozado y los andrajos que visto
se siguen moviendo de forma mas o menos regular.
Han pasado los años y mi paso se mantiene,
con irregulares saltos hacia adelante o atrás,
las quemaduras en la piel y las llagas en el corazón,
las espinas que cortan mis manos y mis pies,
y esa desazón que le añade un sabor amargo
a cada gota de saliva que me veo obligado a tragar.
Un silente dolor que me lleva curar estos años
y la ingrávida sensación de incertidumbre cruel
acompañan cada uno de los pasos que intento dar,
le dan el marco perfecto a mis autodestrucciones
y a mis arrebatos de furia contra mi mismo
y contra las personas que de alguna manera quiero.
Detestable mueca que se dibuja en mi cara
cuando logro verme al espejo y descubrir el horror,
el horror de saber que quien mira y es mirado
es el espanto del que me toca hablar ahora mismo.
Tanto dolor y desprecio saliendo de una inmundicia
y tantas palabras saliendo de esa boca horrenda,
la abominación mas horrible que jamas pude ver
y sobre la que jamas tuve nunca noticia alguna.
El horror se me aparece en el espejo siempre,
en suma ese viejo horror que tanto odio soy yo.