viernes

En honor a la fecha, unas pocas palabras.

Después de tantos años y aquéllos verdugos

no pudieron concluir su infame engaño
y borrar la memoria de aquellos a quienes colgaron.
Después de todo esa lucha sigue teniendo vigencia
en estos momentos cómo en aquel entonces,
la sangre derramada en innumerables batallas
sigue clamando por el día en que por fin este sistema caiga.
Sigue siendo la clase de aquellos infames jueces
la que gobierna los destinos del mundo.
Aún con las maravillas sin precedentes de la tecnología
y los avances inconmensurables de la técnica
el mundo sigue siendo una sucia y mal oliente prisión.
Se recordará y será el mejor homenaje a aquellos mártires
el día que la explotación caiga
y los opresores sean barridos de la tierra.
Mi homenaje a aquellos héroes es este humilde mensaje,
su lucha no ha sido en vano.

Bitácora de un barco hundido en espera de alguna lectura ocasional


Vientos de lluvia traerán novedades a esta quietud,
un sol pálido que lucha por sobrepasar la capa gris y húmeda
de unas nubes que derraman lluvia sobre la tierra cansada.
Una mañana de otoño y yo nuevamente miro por la ventana,
buscando algún alivio para viejas heridas no curadas.
La verdad es esquiva y no se deja ver muy habitualmente,
una melodía que se siente pero no termina de oírse.
Pienso en la forma de aproximarme a viejos recuerdos
que me den una pista clara sobre su paradero
y recuerdo que siempre fue más bien un espejismo,
que tal cómo en la seca cinta de negro asfalto
finge ser el oasis que me salvará en el desierto.
Aburrido de todo y de todas las personas existentes,
vivo encerrado en mi mismo y matando las horas,
buscando algún pretexto que le dé sentido a respirar,
alguna buena mentira que me impulse a seguir con vida,
mientras la rutina y la soledad me asfixian y me quiebran,
dejando apenas un despojo de quién en realidad puedo ser.
Viejas calles de lugares conocidos no me ven pasar,
amistad con el olvido que me fue impuesto por necesidad
y una sombra triste me sigue
por donde quiera que vaya,
esperando para manifestarse cuando menos lo deseo,
obligándome a partir sin poder mirar atrás
y llevando en las manos lo poco que pude cargar
antes de que la noche con su velo de misterio se cierre sobre mí.
¿A quién le escribo cuando ya no queda nadie que me lea?
¿ con quién comparto este tiempo invertido en estas palabras,
cuando ya no queda a quien pueda interesarle leer esto?
Una duda que no me impide seguir dibujando el mapa de un nuevo comienzo,
a la espera de que salga a la luz mi olvidado decir,
que alguna vez mis palabras volverán a nacer a través de la voz de un perfecto y total desconocido.