martes

Visita a la casa de las plantas

Una casa vacía y sin techo que la cubra,
un lugar que hace tiempo fue abandonado, 
al que dejaron morir en su propia soledad,
En el aburrimiento de otra tarde calurosa
en una localidad de tantas de la provincia
donde el destino y los azares de la vida
me llevaron hace ya un buen tiempo a vivir,
ella transcurre silenciosa su casi olvidado existir.
Mientras las plantas invaden las habitaciones
y el reino de silencio que se entrona allí
solo es interrumpido por el episodico cantar
de algún pájaro que se posa distraidamente.
Unas piedras como al descuido se desparraman
cuando intento abrirme paso entre las ramas
y observar mas de cerca las vacías habitaciones,
al trasponer una de las numerosas puertas descanso
y el frente oxidado de un camión antiguo, en el suelo
me da una silenciosa bienvenida desde un rincón
en el que las visitas ya no son tan habituales
como de seguro debió de ser en años anteriores
cuando el sitio estaba en el apogeo de su actividad
y no solo habitado por zarzas y enredaderas.
Salgo al paso de cualquier mínima señal de actividad
y me estremezco al pensar que soy el primero
en cruzar tales umbrales umbríos y solitarios,
tal vez el primero en décadas ya que ni la basura
ni los aerosoles invadieron la carcasa del edificio.
En silencio contemplo el espectáculo y me retiro
con el mismo respetuoso tono con que entre.
No tome nada como tesoro o recuerdo ya que,
el haber estado ahí fue mas de lo que esperaba obtener.
Una imagen que se podría aplicar en varios sentidos
y en varias esferas del mundo por mi conocido
y del mundo que se expande dentro de mi mismo.