lunes

Regalando palabras de olvido a gente que ya no me nombra más.

La futilidad de la existencia
me golpea de frente y con furia,
desestabiliza mi postura de pelea
y me deja perplejo y aturdido
mientras trato de no caer
estrellando mi cara contra el suelo.
Una caída en picada en la que la gente ríe
destrozando mi animo
y haciendo que mi piel se abra,
sangrando por heridas invisibles.
Añoro días del pasado en que fuí feliz a mi modo,
la nostalgia es amiga de la tristeza
y son una combinación peligrosa
para un corazón herido de soledad,
que pasa un largo proceso de curación
de viejas heridas que se están cerrando de a poco.
Estudio los motivos por los cuáles
debería regalar un piadoso olvido
a personas por las cuales aún hoy en día
mi corazón se siente muy ligado
y pido un silencioso y único deseo.
Me aferro a la oscura y remota esperanza
de poderlas ver aunque sea una vez más.
Imposturas del encierro y la obligada rutina
que me hacen enfocar la lente hacia atrás,
hacia viejas amistades y momentos pasados,
hacia el vacío inconmensurable
de negrura sin estrellas y vacío cósmico
en el que ronda mi actual existencia.