martes

Tarde para remediar el error, pero al menos que quede por escrito que lo vi.



Inútil resistir al paso del tiempo,
ese corrosivo acido que carcome todo
y aleja de mi la visión de tiempos mejores.
Esa vana esperanza de poder olvidar todo
y con un cuaderno en blanco empezar
a construirme a mi mismo desde cero,
dejando atrás la desdicha de mi fracaso.
Olvidar no es un don que me haya sido dado,
una anestesia cara y difícil de conseguir,
un vano ejercicio de una memoria tan apegada
a recuerdos que se niegan a morir en paz
y dejar espacio para las cosas que vendrán mañana. 
Girando con parsimonia en la oscuridad cerrada
y pensando maneras de escapar de mi zona de dolor,
de salir del circulo vicioso de autoflagelación,
de atormentarme noches enteras pensando en errores
que supe siempre como evitar y no lo hice,
atenciones a detalles que quise pasar por alto,
por no enfrentarme a la realidad de lo que sentía,
por no poder llamar por su nombre al sentimiento
que al pensar en tu nombre afloraba en mi corazón,
por no hacerme cargo de que eras mucho mas para mi
de lo que jamás pude llegarte a expresar cara a cara.

El largo proceso de olvidar esos paseos al centro comercial y tu compañía, querida amiga del litoral.

En un cielo claro de día primaveral,

en medio de melancolías apenas escondidas

que dejan entrever que esa dicha de antaño

es un recuerdo borroso de caminatas perdidas,

de paseos a lugares a los que ya no volveré.

Helado por dentro mientas el sol me quema

y las heridas de la perdida de un ser amado

se hacen llagas y sangran de forma visible.

Porque el recuerdo ese punto de encuentro

en el que solías estar esperándome siempre

para iniciar nuestras charlas y caminar la ciudad,

ese viejo punto de encuentro ahora ya vacío

donde tantas veces nuestras manos se estrecharon.

No pude abrazarte la cantidad de veces que quise

ni pude decirte ni la mitad de lo que tu amistad

valía para alguien errante y solitario como yo.

Me quede con palabras sin poder decírtelas

y con un sentimiento de perdida cuando saliste

del circulo de personas de mi vida cotidiana.

Una amargura que se siente en lo mas hondo

de un corazón que guarda en secreto tu rostro,

el rostro que aun hoy asocio a días mas felices.

Ese afecto que al día de hoy te sigo guardando

aunque no pueda hablarte ni quieras que lo haga.