viernes

Descendiendo por la espiral de nostalgia que cada tanto se adueña de mi.

El tiempo es implacable con lo que queda
de las ilusiones que supe guardar una vez,
se corroen y se desgastan los recuerdos
y se hacen borrosas las sonrisas de ayer.
Me duelen las heridas que no se cierran
y los asuntos pendientes que me persiguen,
en noches interminables de duro insomnio
y lagrimas amargas por amigos que ya no están.
El esfuerzo por sonreír cuesta cada vez más
y los afilados recuerdos me hieren la piel
mientras miro a mi alrededor y encuentro
solo ruinas y desolación, roturas irremediables.
Una soledad que lentamente me envuelve
y me lleva lejos de todo lo que quise y amaba,
la cruel parodia de quien quise ser alguna vez
a través del cristal de los últimos fracasos.
Odiandome a mi mismo y a mi impotencia
a la hora de hacerme querer por los demás,
viendo con tristeza tu lejana figura en el horizonte
y sabiéndote tan lejana, fuera de mi alcance.