viernes

El sepulcro de un sueño

La guarida del solitario olvido,
una mesa con un plato vacío
y un vino picado que nadie beberá,
son el preludio de otro día perdido.
Ya los barcos no zarpan a mares
que inviten al viajero a soñar
las tierras inmortales del mas allá.
El encanto fue muerto y enterrado
el día que el ultimo barco zarpo
en un camino de ida al poniente
que lo dejo lejos de mi alcance.
Las estrellas brillan frías e indiferentes
a un mundo que se volvió burdo,
que con el calor del día hiede vulgaridad
y se arrastran en el los gusanos
de una putrefacta y hórrida rutina.
Los arboles secos y las flores marchitas
como cortina de una marcha funebre
para un sueño que paso a mejor vida.