viernes

Expresar ciertas cosas es un asunto complicado en un mundo de sordos voluntarios y ciegos complacientes

Las venas de aquel cuerpo se secan,
se vuelve un ente invisible a los ojos
y flotando en el aire merodea silenciosa
por entre los veraneantes tardíos
de una tarde cualquiera en la costanera.
Con los dientes afilados se perfila
y busca un lugar a la sombra para descansar,
se arroga facultades de una divinidad
pero se sigue arrastrando por el fango
cuando se trata del ejercicio de amar.
Mal entiende la trama del universo
y estorba muchas veces con su ingenuidad
mientras evade rocas y maldiciones al pasar.
Un ser sombrío y de aspecto aterrador
que solo busca cruzar los umbrales del querer.
Se esmera, trabaja y se esfuerza mucho,
cae desde las alturas, llora pero vuelve otra vez.
Solo las horas mas umbrías de la madrugada
le han visto su verdadera y propia cara,
cuando todas las luces ya están apagadas
y el rumor de la gente de al rededor se acalla.
En su devenir de ser invisible sabe observar
sin tener en cuenta que también es vulnerable
a los embrujos de una mirada perdida de amor,
a los poderes sanadores de un gentil abrazo
y a la desdicha de no saber donde esperar
y a partir de donde salir a buscar el cariño.
En uno de sus últimos alientos esta la clave
para encontrar la fuerza de decir lo indecible
y expresar sentimientos del mundo inexpresable
en un mundo donde lo prohibido tiene sabor especial.