siempre
hambriento y acechándonos
para
poder engullirnos con mas facilidad
mientras
ni llegamos a ver que pasa.
La casa que tuve ya no esta habitada
mas
que por los recuerdos que de ella tengo
y
mi corazón sólo sigue latiendo por inercia
en
un jardín reseco con arboles muertos.
Las
posibilidades de salir adelante se achican
aunque
debo admitir que no desaparecen
y
el anhelo de vida aún anida en mi ser que
pese
a todas las heridas que lo atormentan
y
las dudas en largas noches de insomnio,
aun
tiene un resto de coraje para entregarse
en
las jugadas peligrosas de un esquivo amor.
En
la incertidumbre de lo que nos pueden traer
los
acontecimientos que todavía no han de ser
y
en la espera de un tren que tal vez no venga,
paso
los días caminando solitario por calles
de
una ciudad que desde tiempos inmemoriales
me
estaba llamando para que de ella hiciera
algo
parecido a lo que podría decirse mi hogar.
Nuevamente
un giro inesperado del destino
me
despoja de las cosas que aprendí a querer
para
ponerme a prueba y ver de que soy capaz.
Mientras
tanto el tiempo sigue con sus andanzas
y
silenciosamente cumple con su labor devoradora.
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